El pasado mes de mayo, en unas jornadas sobre trabajo en equipo, una de las consultoras puso como ejemplo la natación sincronizada. Y yo, como exjugador de rugby, se lo rebatí con argumentos ( y experiencia). Quizá, de cara al espectador desconocedor de ambos deportes, la natación sincronizada puede parecerlo más, pero en el mundo empresarial estaría más cercano a un trabajo industrial, una cadena de producción. Por ello, el rugby en las empresas puede ser un mejor ejemplo a la hora de buscar valores que mejoren la forma de trabajar en las organizaciones del siglo XXI.
Un equipo de rugby es un grupo de trabajo donde cada miembro tiene clara sus funciones y sabe las que tienen los demás, donde se conoce en todo momento en qué punto del proyecto se encuentran tus compañeros, donde sabes en qué momento el talonador va a colocar el pie, que la segunda línea llega rápida al ruck, que el zaguero está preparado para correr la patada a seguir y, sobre todo, confías en que si tienes un inconveniente en el camino, tu equipo va a ir a apoyarte y a intentar salvar las adversidades de la carrera hacia la zona de ensayo.
Un equipo de rugby en las empresas
Si equiparamos las funciones entre un equipo de rugby y el equipo de un proyecto empresarial, encontramos bastantes similitudes. Tendríamos el medio-melé (aunque ahora la moda es denominarlo medio-scrum), que como jefe de proyecto, es el encargado de repartir las funciones de cada integrante y sobretodo de dirigir el oval hacia el ensayo. Los delanteros, que se encargan de allanar el camino resolviendo todos aquellos asuntos con otras áreas que se van encontrando. La línea de tres-cuartos, con el apertura a la cabeza, que dan los últimos toques para que el proyecto quede en un perfecto entregable. Y cómo no, el zaguero, que se encarga de solucionar todos los “marrones” que van surgiendo.
Y una vez finalizado y conseguido el ensayo (más la transformación) que nos proporciona la victoria, hay una última parte que nos falta en los proyectos que se desarrollan en las empresas: una vez obtenido con éxito, tenemos el tercer tiempo para celebrarlo. Y repito, nos falta esta fase en las empresas, ya que el día a día nos lleva a enlazar un proyecto con otro sin tiempo para festejar los logros conseguidos. Y personalmente soy de los que piensan que un trabajo no está finalizado hasta que no se celebra su consecución.
el rugby y sus valores
¿Qué valores nos enseña el rugby en las empresas? Principalmente el compañerismo: yo jugaba de medio-melé, y si me lanzaba en una jugada arriesgada hacia las líneas contrarias, sabía que mis delanteros iban a estar detrás de mí apoyándome en todo momento. Y no tenía que mirar de reojo, había confianza ciega en ellos, porque era nuestro equipo.
No hay espacio para individualidades, vamos todos juntos: los delanteros empujando con el objetivo de conseguir el oval, el medio-melé para sacarlo rápido al apertura, que ingeniará una jugada hacia la línea, para que los tres-cuartos consigan el ensayo, que será fruto del trabajo colectivo de todos. Pero no solo nos aporta compañerismo. Podríamos escribir un libro, o una wiki, con todos los valores que nos enseña el rugby.
Haciendo una breve enumeración, tenemos la humildad, no somos estrellas, sino que luchamos por el bien común, y si un día nos toca ser utilleros en el campo o llevar los cafés en la oficina, no se nos caen los anillos.
También el espíritu de sacrificio, ya que vamos a sudar hasta la última gota para conseguir ganar al línea de 22 con un maul. Por supuesto, el respeto, mucho respeto, hacia los contrarios, hacia el árbitro, algo que se me ha quedado muy grabado en la memoria, pues aunque sean contrincantes, buscan el mismo objetivo y con los mismos valores que nosotros, y eso merece reconocimiento.
Motivación y compromiso, son otros de estos valores. Cuando decides apuntarte a un equipo de rugby, lo haces con todas las consecuencias, pero sobre todo, porque es lo más deseas hacer, de la misma manera que si entras a formar parte de un nuevo proyecto laboral, tienes que tener un compromiso inicial muy fuerte y estar motivado cada día, pues los delanteros rivales no te lo van a poner fácil.
También nos enseña a trabajar bajo presión, ya que tienes unos objetivos parciales muy exigentes que tienes que ir consiguiendo en plazo, para lograr la victoria final y, por supuesto, la superación personal, pues no conoces tus límites y cuando piensas que estás acabado, te sale esa energía que tenías en la reserva y que te permite cada día ir un paso más adelante.
No tengo ninguna duda que el rugby es el mejor ejemplo de trabajo en equipo, y si un integrante falla, el equipo falla. Jugamos 15 contra 15, donde cada uno de nosotros sabemos nuestra función y la posición en la línea de juego, donde no hay individualidades, y donde el objetivo lo tenemos claro desde el principio.
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