El que podríamos llamar #GalaxyNote7Gate ha terminado por hacer desistir a Samsung. Tras semanas de polémicas, investigaciones y comunicados, finalmente la compañía surcoreana ha optado por abandonar la fabricación y la comercialización del Samsung Galaxy Note 7, con el que aspiraba a provocar un «boom» en las ventas entre los dispositivos de más alta gama. ¿El motivo? La creciente preocupación por su seguridad debido al incendio de diversas unidades, supuestamente por un recalentamiento de la batería.
Ya en la madrugada del lunes al martes (hora española), Samsung iniciaba la crónica de una muerte anunciada al comunicar el parón de las ventas de nuevos Note 7, así como de las sustituciones de los dispositivos defectuosos. Asimismo, como informaba la agencia Reuters, la marca asiática instaba a los propietarios de algún Note 7 a dejar de utilizarlo y apagarlo hasta tener más información sobre las causas que ocasionaban el recalentamiento.
Sin embargo, las horas no han hecho sino agravar la crisis de imagen que está sufriendo la marca -que llegó a caer en más de un 8% en la Bolsa de Seúl-, así como la incertidumbre sobre la solución del problema. Por ello, Samsung decidía este martes dar carpetazo definitivo a la producción y comercialización del terminal e informaba que retirará todos los ya vendidos. Un problema más, pues son millones y no todos los usuarios parecen dispuestos a entregar el terminal.
En el comunicado oficial que reproducen medios como El País, la marca asiática señala que, «para garantizar la seguridad de nuestros consumidores hemos parado las ventas y los reemplazos del Samsung Galaxy Note 7 y, consecuentemente, hemos decidido parar la producción permanentemente». Asimismo, Samsung avanza que, en próximos días, completará la información para los usuarios del Note 7 con detalles sobre la compensación que recibirán por el terminal perdido.
EL LARGO CALVARIO DEL INCENDIARIO NOTE 7
El vía crucis de Samsung con el nuevo Note 7, cuyo lanzamiento se anunciaba a bombo y platillo a mediados de agosto, se inició tan sólo unas semanas después de su presentación, en septiembre. En aquel momento, usuarios de distintas partes del mundo empezaron a informar del incendio espontáneo de algunos terminales, e incluso grabaron y distribuyeron vídeos para demostrar como ardían sin causa aparente. Uno de los más populares fue éste de la empleada de un restaurante de comida rápida intentando coger uno de esos «ardientes teléfonos», que fue rápidamente compartido y visionado por miles de usuarios en la Red.
Samsung inició entonces la sustitución de 2,5 millones de terminales, en lo que parecía la solución del problema y el fin de la crisis. Nada más lejos, pues poco después surgieron nuevas quejas sobre teléfonos que se calentaba y ardían, pero esta vez entre los ya reemplazados.
Esto llevó a que operadoras estadounidenses como AT&T, Verizon y T-Mobile US– anunciaran la semana pasada que dejaban de vender el nuevo Note 7 en el país. En España, también Orange y Vodafone comunicaban este lunes el parón de preventas y reemplazos hasta conocer los resultados de las investigaciones de Samsung sobre los problemas de seguridad.
Un «culebrón» que ha culminado con la muerte comercial de un smartphone, el Note 7, que prometía convertise en la próxima gran estrella de la galaxia de Samsung.