Una guía que muestra lo que los padres deben saber para ayudar a sus hijos a navegar en la red de forma segura. Charlamos con Silvia Barrera, autora del libro ‘Nuestros hijos en la red: 50 cosas que debemos saber para una buena prevención digital’.
El uso adecuado de internet, las redes sociales y la compra de su primer teléfono móvil. Para muchos padres, estas cuestiones originan diversas dudas porque desconocen cómo afrontarlas con sus hijos. Dentro de este contexto se sitúa la obra de Silvia Barrera, inspectora de policía, máster en Seguridad Informática y experta en investigación del cibercrimen que ha sido jefa del grupo de investigación en redes sociales de la Policía y del grupo forense digital de la Unidad de Investigación Tecnológica.
– En su libro enumera hasta 50 aspectos que los padres deben conocer para que sus hijos utilicen de forma responsable internet y los dispositivos electrónicos. ¿En qué se ha basado para realizar este listado?
Llevo trabajando en el campo de la ciberseguridad y su investigación más de 15 años. Durante todo ese tiempo, la experiencia propia me ha permitido transmitir parte de ese conocimiento en charlas, ponencias, relación con padres, consultas, investigaciones, etcétera. Y siempre había (y hay) cuestiones recurrentes que familias, educadores, ciberinvestigadores o medios de comunicación, entre otros, me preguntan o me hacen llegar. Por eso pensé que recogerlo en un manual práctico sería la mejor forma de que llegara al mayor público posible.
LA NECESIDAD DE ESTABLECER NORMAS Y LÍMITES EN EL USO DE INTERNET
– ¿Qué recomendaciones daría a las familias?
Es difícil escoger entre las muchas que se pueden dar, porque cada una tiene su parcela de importancia, pero si he de escoger algunas de las más importantes, allá voy. A partir de una determinada edad, no es aconsejable prohibir a nuestros hijos que estén en internet. No se trata una moda temporal; es el mundo que les ha tocado vivir y debemos conocerlo. Cuanto antes decidamos aprender y asumirlo como parte de sus vidas, con una educación previa y bajo supervisión, mucho mejor.
Además, los padres no deben confundir usabilidad con seguridad. Es decir, el hecho de que los menores se manejen bien con la tecnología no implica que conozcan sus riesgos o que posean herramientas de control tanto técnico como emocional. Esas pautas de control deben ser establecidas en casa. Por supuesto, tampoco es aconsejable proporcionar un dispositivo conectado a internet sin haber establecido previamente ciertas normas y límites. La supervisión de este uso de internet, así como su presencia en las redes, sobre todo cuando se les permite tener un dispositivo propio, es necesaria de igual forma.
«Que los menores se manejen bien con la tecnología no implica que conozcan sus riesgos o que posean herramientas de control tanto técnico como emocional»
Y, por último, tener presente que la educación digital fundamentalmente se lleva a cabo desde el hogar. Por este motivo, los padres deben conocer los riesgos de la red y enseñarles a navegar de la forma más segura posible. Es absurdo, y es precisamente lo que se hace, exigirles ciertas precauciones cuando nadie les ha enseñado con anterioridad.
– Uno de los grandes debates al hablar de menores y dispositivos electrónicos es a qué edad comprarles su primer teléfono móvil. En su opinión, ¿cuál sería? ¿Qué aspectos deben valorar las familias?
Depende. No hay una edad. Cuando las encuestas ponen de manifiesto que es el regalo estrella de la Primera Comunión o de los Reyes Magos por anticipado, los niños están conectados desde que tienen uso de razón a través de los dispositivos que hay por casa o de los padres, que se los damos para que se entretengan. Una vez que les compramos su primera tableta o móvil, adquieren más independencia. Hasta ese momento, sin embargo, llevan ya años aprendiendo en internet (y no nos hemos dado cuenta). También consumiendo información. Si no hemos limitado el acceso, habrán visto muchas cosas siempre que les hayan suscitado interés.
Por eso, en el libro hablo de condicionantes familiares, educativos, escolares, la presión en su entorno de iguales, el desarrollo emocional del niño, la supervisión… ¿La edad? Teniendo en cuenta que viven y van a seguir conectados, la edad es aquella en la que decidamos enseñarles a navegar, a poner normas y límites y a supervisar esta navegación. Si prescindimos de este paso tan importante, ya podemos dejar de darle vueltas a este tema: los riesgos y las herramientas emocionales para gestionar un problema en internet son los mismos tengan 12, 13 o 14 años. Nadie nace aprendido.
EVITAR UNA DEPENDENCIA DE LA TECNOLOGÍA
– ¿Por qué cree que muchos padres adelantan esta decisión a edades cada vez más tempranas aun sabiendo que sus hijos no son lo suficientemente maduros o no se implican lo suficiente para enseñarles su uso correcto? ¿Qué consecuencias puede traer esto?
Los padres llevan una vida muy agitada, dura y llena de responsabilidades. Que los menores permanezcan atentos a una pantalla quizás sea unos de los métodos más rápidos y eficaces que existen para mantener la atención de los hijos, además de relajar un poco ese deber de cuidado constante tan sacrificado. Ahora bien, cuando les dejamos delante de una pantalla, con acceso a contenidos controlados mientras no sepan manejarse para consumir otros potencialmente peligrosos, lo que hacemos es fomentar una adicción encubierta; un refuerzo positivo en forma de dopamina que hará que se vuelvan dependientes y quieran pasar más tiempo conectados, restando tiempo de otras actividades emocionales, de socialización y educativas que son muy necesarias.
«Cuando dejamos a los menores delante de una pantalla, con acceso a contenidos controlados mientras no sepan manejarse para consumir otros potencialmente peligrosos, lo que hacemos es fomentar una adicción encubierta»
Por otro lado, si ya son algo más mayores (a partir de los 10 u 11 años) debemos tener en cuenta que se convierten en consumidores potenciales de cualquier tipo de contenido: pornográfico, violento, relaciones con terceros que pueden ser adultos… Ante la ausencia de una educación previa sobre estos riesgos y límites, lo que hacemos es dejarles expuestos a cualquier peligro y riesgo que se derive de estas situaciones.
– Con las redes sociales sucede algo parecido: los menores acceden a ellas sin estar preparados y solo importan los seguidores que acumulan o los likes de las fotos y vídeos que cuelgan. ¿Qué está fallando?
La educación en casa y la falta de límites. Supeditar la valía de un menor al número de seguidores, a la recompensa fácil y rápida y no educarles en el valor del compromiso, el sacrificio del mundo real y de los valores que hay detrás de una pantalla está generando menores que se frustran con facilidad. Pero también que no tienen tolerancia a la frustración, que se sobreexponen y adoptan conductas perniciosas desde muy jóvenes. Adicciones y comportamientos que van a resultar difíciles de corregir si no lo hacemos desde edades tempranas.
FOMENTAR UNA BUENA EDUCACIÓN DIGITAL
– Cyberbullying a compañeros de clase, sexting, grooming… ¿Se puede establecer una relación directa entre el aumento de estas actuaciones y la falta de una buena educación digital entre los más jóvenes?
Hoy por hoy, no contamos con datos ni estudios concluyentes sobre ese tema. Tampoco existe información fehaciente sobre el bullying ni unas cifras concretas o porcentajes que permitan extraer esas conclusiones. Lo que sí sabemos es que ahora, prácticamente, casi todos los jóvenes viven conectados, algunos hiperconectados, y que la visibilidad de estas conductas es mayor. Que existe una falta de educación digital en casa es algo asumido por muchas familias. Tiene mucho que ver con la existencia de estos patrones, pero no olvidemos que el acoso entre menores siempre ha existido y lo que hace internet precisamente es darle más visibilidad.
Obviamente, otras conductas, como el caso del sexting (difundir archivos de carácter personal e íntimo) antes no se producían y ahora sí porque es necesario la presencia de internet. O el grooming, que es el uso de la tecnología para acercarse a los menores con fines sexuales. No deja de ser un reflejo de la evolución de la sociedad y los nuevos escenarios en los que nos movemos.
– Muchos padres se muestran preocupados por los contenidos que sus hijos consumen a través de internet, pero luego muchos ni les supervisan o instalan herramientas de control parental, ¿qué les diría?
Que se tomen muy en serio la educación digital de sus hijos. Debemos conocer y estar en su cibermundo porque son nativos digitales. Internet es una herramienta estupenda, llena de posibilidades, pero los niños no nacen aprendidos y los padres son los responsables de velar por su seguridad enseñándoles a navegar. No podemos evitarla y, tarde o temprano, tendrán presencia en ella. Condicionará su personalidad y su presencia digital, y de ellos depende que sea de forma positiva.
«Internet es una herramienta estupenda, llena de posibilidades, pero los niños no nacen aprendidos y los padres son los responsables de velar por su seguridad enseñándoles a navegar»
– Aunque la implicación de los padres es fundamental, ¿no echa en falta en los colegios e institutos una asignatura que enseñe a los chavales el uso correcto de las nuevas tecnologías y los peligros que pueden encontrar en el universo digital para identificarlos y actuar en consecuencia?
Por supuesto, como complemento. Debería haber una asignatura obligatoria que en el colegio a edades tempranas les enseñe aspectos más concretos relacionados con Internet, su utilidad, herramientas y cómo obtener provecho de ella mediante un uso positivo. Tendría que ser impartida por profesionales adecuados con conocimientos específicos del medio virtual.
En Nobbot | ¿Cuánto tiempo dedican los niños a las nuevas tecnologías?
Imágenes | Silvia Barrera, Victoria_Borodinova/Pixabay
Es un tema de mucha importancia que debería darse a conocer a los niños y jóvenes. Así como algunos padres de familia que solo dan un celular sin importar sus consecuencias. Ello sería en una plática inicial al ciclo escolar.