El 12 de octubre de 1942, Cristóbal Colón y su tripulación desembarcaron, supuestamente, en una isla de las actuales Bahamas. Pero no fueron los primeros en llegar a América.
Más allá de los pueblos que habitaban el continente desde hacía miles de años, cuyos antepasados fueron los que realmente descubrieron América para la especie humana, muchos otros navegantes habían visitado el continente en los siglos anteriores al viaje de Colón. Sin embargo, no disponían de la tecnología que hizo famoso al almirante. Y es que no hay descubrimiento que valga, si el resto del mundo no se entera.
De hecho, siendo estrictos, Colón nunca supo que había encontrado América. Sí que era consciente de que aquello no era la India, el destino oficial de su misión, pero no sabía que las tierras que había visitado pertenecían a otro continente. Hay que esperar hasta el año 1507 para que se utilice por primera vez el nombre de América (en el llamado Planisferio de Waldseemüller). Colón moriría un año antes pensando todavía que había llegado a las costas orientales de Asia.
¿Quién visitó América antes de Colón?
En la granja de Laugarbrekka, en la península islandesa de Snæfellsnes, hay una estatua de una exploradora vikinga con un niño en sus hombros. Un homenaje discreto para una de las descubridoras de América. Gudrid Thorbjarnardóttir, hija de un jefe local, llegó al continente unos 500 años antes que Cristóbal Colón. Fundó un asentamiento en el que tuvo un hijo y en el que permaneció durante casi tres años.
Casi todas las fuentes de su viaje pertenecen a las sagas vikingas, una serie de historias en las que la frontera entre realidad y leyenda es difusa. Sin embargo, su presencia en América está bien documentada. Junto con Leif Eriksson, otro reconocido explorador de la época y hermano de su marido, Gudrid formó parte del asentamiento de Vinland, cuyos restos han sobrevivido hasta hoy en la isla de Newfoundland, en Terranova.
De hecho, algunas fuentes señalan que Cristóbal Colón visitó la granja de Laugarbrekka en 1477. Buscaba un mapa dibujado 500 años antes. Quería información sobre las tierras que había más allá del Atlántico. En Islandia muchos dan la historia por cierta, aunque es cierto que las fuentes escasean. Sin embargo, parece bastante claro que, en el siglo XV, se sabía que la Tierra no era plana y que había otra orilla al cruzar el océano.
De la isla de Pascua a Egipto
Otro viaje bien documentado y que precedió al de Colón es el de los polinesios. Este pueblo de navegantes, asentado en la isla de Pascua alrededor del año 1200 de nuestra era, completó en varias ocasiones la ruta entre Rapa Nui y las costas occidentales de Sudamérica (separadas por unos 3700 kilómetros). Estos viajes están respaldados por evidencias arqueológicas (por ejemplo, los polinesios cultivaban el boniato) y genéticas.
Más allá de los contactos vikingos y polinesios, existen muchas otras teorías, aunque sustentadas por evidencias escasas. Algunas defienden que navegantes chinos y japoneses habrían llegado a las costas americanas más de un milenio antes de Cristo. Otras señalan la existencia de símbolos compartidos entre los pueblos mesoamericanos y los del oeste de África.
Pero quizá la más curiosa de todas sea la teoría que conecta América con el antiguo Egipto. En 1992, un equipo de toxicólogos alemanes liderado por Svetlana Balabanova encontró restos de cocaína y tabaco en nueve momias egipcias de entre el año 1070 a.C. y el 395 d.C. Ambas sustancias son oriundas de América, lo que les llevó a concluir que el contacto de Occidente con el continente se había producido mucho antes de lo pensado. Sin embargo, esta teoría ha sido bastante criticada, ya que la presencia de estupefacientes en las momias puede deberse a una contaminación posterior.
Fuese como fuese, ninguno de estos exploradores ha pasado a la historia como el descubridor de América. ¿Qué hizo Colón para merecer ese título? El mundo había cambiado mucho durante la Edad Media, una época con bastante más ciencia y mucho menos oscura de lo que se suele pensar. Y en el siglo XV lo había hecho, sobre todo, gracias a un gran avance tecnológico: la imprenta.
El poder del papel impreso
El viaje de Colón no hubiese sucedido de la misma manera sin la ciencia. Tal como señala Julio Rey Pastor en ‘La ciencia y la técnica en el descubrimiento de América’, los avances en cartografía acumulados durante los siglos anteriores, el conocimiento de que la Tierra era esférica y no plana, el incipiente método científico que un siglo después Galileo bautizaría como Scienza Nuova o los conocimientos astronómicos y el perfeccionamiento del astrolabio fueron fundamentales para el éxito de la expedición de Colón. Pero hubo un avance más importante que el resto.
El 15 de febrero de 1493, en una parada en Canarias mientras volvía a Europa después de su primer contacto con el nuevo continente, Cristóbal Colón escribió una carta. En ella explicaba a Luis de Santángel, el encargado de las finanzas de la corte de Castilla, los detalles de la expedición. La carta fue sellada y enviada desde Lisboa, a donde Colón llegó el 14 de marzo. Un mes después, la misiva ya había llegado a las principales cortes de Europa.
En algún momento del mes de abril, en el taller de Pere Posa en Barcelona, se imprimía la primera edición de esta carta (hoy solo se conserva solo un ejemplar en la Biblioteca Pública de Nueva York). Antes de que terminase el siglo XV, se habían impreso al menos otras 17 ediciones del este documento, traducido también al latín, que pronto se convirtió en uno de los primeros bestsellers de la nueva era de comunicación que Gutenberg había inaugurado medio siglo antes.
Se había descubierto América una vez más, pero esta vez todo el mundo lo sabía. Ya no había un manuscrito en una lengua extraña ni un mapa secreto escondido en una granja de Islandia. Había una historia documentada que pronto se convirtió en un relato coherente y en piedra angular de una de las primeras estrategias de propaganda de la Edad Moderna. Colón había llegado a un nuevo continente lleno de posibilidades y Europa lo sabía. Empezaba una carrera globalizadora que cambiaría el mundo (y nuestra dieta) para siempre.
En Nobbot | El día en que el sarampión y la gripe enfriaron el planeta
Imágenes | Wikimedia Commons/Juan Cordero, Gbuchana, CanBea87, Johann Bergmann de Olpe