Hace unos días fue presentado Google DNS, una herramienta para la gestión de las DNS que está causando mucha controversia y opiniones de lo más dispares, con muchas alarmas saltando en torno al nuevo paso de la compañía hacia el dominio de Internet. Pero para entender las implicaciones de este movimiento, es necesario entender qué es exactamente el Sistema DNS y en qué consiste.
Seguro que habréis oído hablar antes de él, pues se trata de uno de los parámetros típicos que nos encontramos a la hora de configurar nuestra conexión a Internet. Grosso modo, podríamos decir que este sistema es un «traductor» que se encarga de que nosotros los humanos y los servidores de Internet o de una red podamos entendernos, por eso de que máquinas y personas (aún) no hablamos el mismo idioma.
Las siglas DNS significan Domain Name System, y empezaron a utilizarse en 1983, poco después de la implementación definitiva de la tecnología TCP/IP. La idea se la debemos a Paul Mockapetris, quien se encargó de su diseño mientras trabajaba para el Information Sciences Institute de la universidad de Southern California, siendo una de las piezas fundamentales en la expansión de Internet.
Retomando lo que comentaba antes de los distintos idiomas, el sistema DNS se encarga de convertir un dominio que nosotros tecleemos en nuestro navegador (por ejemplo www.nobbot.com
) en el identificador IP con el que esté designada la web en su servidor, de forma que lo que nosotros podemos entender (un dominio con letras) se convierta en algo que la máquina pueda entender (un número asignado), y viceversa. Así pues, cada vez que accedemos a una página web con nuestro equipo, empleamos un cliente de correo u otras actividades similares en una red, todo este proceso se pone en marcha.
Nuestro proveedor de acceso a Internet nos ofrece un servidor de DNS que se encarga de esta tarea, y con el que contactamos directamente durante el proceso de manera completamente transparente. De forma intermedia, existen cachés que almacenan peticiones realizadas anteriormente por los usuarios, de forma que se agilice al máximo posible el proceso cada vez que se solicita una búsqueda.
Así pues, una consulta de un cliente DNS a un sevidor es recursiva cuando la totalidad o parte de la información solicitada se encuentra almacenada en el propio servidor y éste satisface la petición por sí mismo o solicitando los datos que le falten a otros servidores. En cambio, decimos que una consulta es iterativa cuando es el propio cliente quien se pone en contacto con otros servidores adicionales para conseguir toda la información requerida en su petición, cuando el primer servidor DNS no la tenía al completo.
Visto desde el otro lado, cada vez que alguien registra un dominio en Internet, éste ha de propagarse entre los servidores DNS de todo el mundo para que la página web pueda ser visitada al introducirlo en el navegador. Mientras tanto, es posible acceder si conocemos la IP correspondiente, la cual sigue siendo usable una vez que el dominio ha sido propagado.
Por tanto, servicios como el antes comentado de Google DNS u otros más antiguos como OpenDNS intentan convertirse en ese intermediario entre el cliente y el servidor que se encargue de los trámites, pero obviamente buscando conseguir algo a cambio del esfuerzo. Más adelante veremos en otros artículos cuales son las ventajes e inconvenientes de estos sistemas alternativos, así como otras soluciones para trabajar con nuestras DNS.
GRacias realmente muy bien explicado, es excelente
las informaciones
un abrazo grande a todo el equipo!!!
Sandra