Aunque la difusión de los bulos se haya multiplicado con las redes sociales, es curioso que los temas parezcan ser los mismos que en décadas anteriores. ¿Por qué se repiten? Los estudiosos del fenómeno tienen una interesante teoría al respecto.
A principios de octubre, un tuit de la Policía Local de Granada desmentía un bulo que se había propagado por la ciudad a través de WhatsApp. Según dicho audio, una chica recibió un corte en el brazo durante una velada en una discoteca. Al llegar a casa miró su bolso y se encontró una nota que decía “bienvenida al club”.
Si os llega este audio del contagio de #VIH en la discoteca #MaeWest se trata de un #bulazo.
Ante mensajes de este tipo hay que desconfiar y atender fuentes oficiales.#StopBulos pic.twitter.com/8awcz3ncBQ— POLICÍA LOCAL GRANADA (@PoliciaGr) October 7, 2021
Continuaba narrando cómo la chica acudió al médico y constató que “le habían contagiado el sida”. Desde el portal Maldita corroboraron que no había chica, ni corte ni contagio. Se trataba de un bulo más difundido a través de redes sociales y aplicaciones de mensajería rápida. Pero ¿por qué vuelve la misma historia décadas después?
Los bulos y las leyendas urbanas, un auténtico history repeatin’
Ya en las respuestas al tuit hay menciones a este respecto. Como bien conocerán los más mayores, se trata de una leyenda urbana que va circulando, con ciertas variaciones, desde los 80. Cada generación ha conocido una muy similar en esencia.
Al principio eran jeringuillas escondidas en sitios como la butaca de un cine, luego mensajes de “bienvenida al club” en un espejo tras un encuentro sexual. Era una época en la que la heroína y el VIH causaban estragos. Y lógicamente, al haber mucha menos información disponible, el terror calaba de manera profunda.
No es la única historia que parece haber perdurado en el tiempo. Los bulos sobre niños en peligro también reaparecen de manera recursiva. Hay líneas que unen retos peligrosos como “el abecedario del diablo” con el famoso desafío de “la ballena azul”. Para empezar, la de la exageración.
El medio de difusión del bulo cambia, pero el mensaje permanece
Contagiarse de una grave enfermedad, participar en un reto que pondrá en peligro nuestra vida o, si damos un salto de continente, levantarse tras una noche de farra y darnos cuenta de que nos falta un riñón. Temas ya ‘clásicos’ cuya transmisión, como tantas otras cosas, va evolucionando con la sociedad.
En los 80 era por la conocida técnica del “amigo del amigo”. Era imposible llegar al paciente cero, sufridor original de la desgracia, pero siempre estaba cerca de nuestro entorno. A finales de los 90 el método de transmisión ideal fue el correo electrónico. A día de hoy las redes sociales y las aplicaciones de mensajería rápida.
Hay quien investiga historias fascinantes como la de los caimanes en las alcantarillas o los autoestopistas misteriosamente desaparecidos. Por ejemplo un especialista en folclore popular para la Universidad de Utah, Jan Harold Brunvandt, quien ha escrito sobre estos asuntos en libros como ‘El fabuloso libro de las leyendas urbanas’ o ‘Tened miedo, mucho miedo’.
El peligro de que un bulo se convierta en arma propagandística
Aunque sin duda tengan raíces comunes, hay que distinguir leyenda urbana de bulo intencionado. Tal como alertaba en Nobbot la experta en desinformación Leticia Rodríguez, tras el auge de los negacionismos se esconden las tan viejas como efectivas tácticas de propaganda. Una peligrosa normalización a la que contribuimos todos, medios de comunicación y público.
Ahondaba en ello la investigadora de datos sociales Mariluz Congosto, toda una especialista en detectar bulos a través de Twitter. La inmediatez y gratuidad de redes sociales y apps de mensajería allanan el camino para que lobbies tan potencialmente peligrosos como el de los antivacunas puedan difundir sus mensajes.
Y estos, obviamente, terminan influyendo en la sociedad. El asunto es tan grave que recientemente Joe Biden, presidente de Estados Unidos, llegó a culpar a Facebook de provocar más muertes durante la pandemia. El presidente Pedro Sánchez también afirmó en Nobbot que “las fake news cuestionan el fundamento mismo de la democracia”.
Las leyendas urbanas como elemento clave para la supervivencia
Volviendo a la difusión orgánica de bulos y leyendas, su propagación popular es tan curiosa como inherente a la sociedad. En un reciente episodio de la serie documental ‘En pocas palabras’ se intentaba trazar el origen de los cuentos. ¿Por qué han sobrevivido durante miles de años, mutando con cada generación y adaptándose a distintas culturas?
La respuesta es tan simple como que abordan preocupaciones humanas fundamentales. Matthew Hutson lo explica de una manera muy interesante en su artículo ‘The strange origins of urban legends’. Para el escritor neoyorquino hay una razón evolutiva: los cuentos y leyendas urbanas ofrecen a la sociedad información práctica para sobrevivir.
Tanto es así que el profesor de Estudios Asiáticos en la Universidad de British Columbia Christopher Rea considera que el bulo tiene “un método” social útil. ¿Cómo nos aseguramos de que perviva en el tiempo? Para David Emery, estudioso de las leyendas urbanas, se trata de una mezcla de morbo, impacto emocional y credibilidad. Exageración y teoría evolutiva, de la mano.
En Nobbot | ¿Por qué creemos en bulos?
Imágenes | Portada: foto de krakenimages en Unsplash. Imágenes interiores: fotos de Raghavendra V. Konkathi y Georgiana Avram, ambas en Unsplash.