Hablar sobre transformación digital hoy en día no es ninguna novedad. Sin embargo, puede que sí lo sean los efectos colaterales que esta tiene en la cultura de una empresa y, sobre todo, en la vida personal y emocional de cada uno de sus empleados.
Lo que es indiscutible es que, dentro del proceso de la transformación digital, estamos todos en el mismo barco (y el que no haya zarpado, allá él). Un barco que representa un tiempo de cambios que se producen a una velocidad trepidante. El concepto de transformación digital, y su posterior aplicación, desemboca directamente en un cambio cultural que afecta directamente a la manera de desarrollar nuestro trabajo.
Esta revolución aparece en todos los ámbitos: en los canales de comunicación, que cuentan con una mayor efectividad gracias a la inmediatez de la transmisión de mensajes (se producen un mayor número de impactos y estos son mucho más efectivos), en las nuevas herramientas de gestión, aplicadas para obtener una mayor rentabilidad y productividad, en los nuevos procesos de trabajo, mucho más ágiles y eficientes, en la conectividad infinita, inmediata y segura… y en un largo etcétera de aspectos que conforman una revolución vertiginosa pero que juega a favor del balance económico final de una empresa.
NUEVA FILOSOFÍA: la felicidad de trabajar
Los objetivos de un empleado ahora son mucho más medibles que hace una década. Nuestros jefes, nuestras compañías, tienen acceso a la productividad y rentabilidad de sus empleados, en muchos casos, con un solo clic.
Las reglas del juego están cambiando y las cifras mandan más que nunca. Marcaje y revisiones de KPIs, por proyectos o por periodos de tiempo, despreocupan al líder de un equipo o a la dirección de una empresa sobre el modo a cumplir dichos objetivos.
La filosofía de trabajo ha pasado a ser “hazlo dónde y cómo quieras, pero consíguelo”.
Las grandes marcas internacionales ya han tomado buena nota de ello y desde hace tiempo invierten en estudios y programas de mejora de la productividad del empleado creando mejores entornos y condiciones profesionales. Pero no solo ellos, también las nuevas empresas que nacen con un ADN 100% digital, las llamadas startups, llegan con esta cultura ‘de serie’ inspirada en las grandes corporaciones digitales americanas en las que se fomenta y se transmite la idea de “la felicidad de trabajar”.
hacia una flexibilidad laboral real
Pero, ¿cómo afecta a cada uno de los individuos que componen las empresas? Conceptos como el trabajo en remoto o la flexibilidad horaria son realidades que vamos encontrando con cada vez más frecuencia. Facilidades que vienen plasmadas ya en las mismas ofertas de empleo para hacer de esa vacante algo suculento para atraer el talento.
Aunque cada vez nos sean más familiares, estas y otras medidas eran inviables hasta hace muy poco; la revolución digital las ha hecho posibles, poniendo además en entredicho el formato tradicional de oficina (es más, es posible que hasta el mismo concepto de ‘oficina’ ya esté moribundo). Trabajar bajo un árbol disfrutando del sol primaveral puede ser más productivo que hacerlo desde una mesa de trabajo. Una situación y un escenario que hasta hace poco muchos no concebían pero a la que debemos ir acostumbrándonos.
Bienvenidos a la era de la flexibilidad en la que la tecnología no solo no se juzga, sino que se alaba. El camino hacia una gestión de nuestro tiempo profesional con un formato a la carta en el cual seremos más dueños de decidir dónde, cuándo y cómo trabajar está cada vez más cerca. Una vía que nos llevará a una mayor felicidad laboral, y sobre todo personal, siempre que seamos productivos.
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