El infierno me ha abierto sus fauces y he podido observar cada círculo con su total esplendor: inteligencia artificial y bots al servicio de las fake news; medios de comunicación de la llamada derecha alternativa; asesores políticos del Tea Party hasta el supremacismo; redes sociales contra el stablishment de Washington, técnicas militares aplicadas a la propaganda; medios y políticos viviendo en sus burbujas informativas. Y en todos estos círculos de pecado, la Trump Communication Machine. La maquinaria propagandística de Donald Trump es uno de los elementos centrales del libro que tengo el placer de presentaros: ‘La comunicación en la era Trump’ (UOC, 2017).
Cuando el magnate neoyorquino presentó su candidatura en junio de 2015 muchos vieron al payaso que iba a amenizar las elecciones en las primarias republicanas. Los medios veían la oportunidad de poner picante a su menú electoral y bien que lo hizo. Pero poco a poco, al ritmo que superaba primarias y rivales, la sensación de que algo malo estaba pasando se fue apoderando de muchos estadounidenses y muchos millones de ciudadanos en todo el mundo. Cuando piensas que nada podía superar a un candidato como George W. Bush, viene Trump y apuesta el doble.
tiempos de ceguera en la era trump
Pero vivimos en tiempo de ceguera, no vimos que el infierno había abierto sus puertas de par en par, enseñando nuestros propios miedos, los de millones de estadounidenses que necesitaban una alternativa ante la burocracia federal, alguien que los escuchara. Trump no es un advenedizo de la política ni de la prensa. Toda su vida ha manejado como ha querido periodistas y políticos. Es el cisne negro que muy pocos supieron ver. No obstante, analizando su trayectoria no sólo durante la campaña electoral sino en los últimos treinta años, podemos comprobar que su hoja de ruta era clara.
Trump es explosivo pero no es un mono con pistolas. Es un tipo misógino, engreido, impetuoso, egocéntrico y populista, pero comprende los tiempos en los que vive. ¿Y es que nadie se ha preguntado cómo es que un tipo de setenta años tuitea como si fuera un millennial? Conecta de forma calculada con la emoción, a través de un mensaje directo y claro. Un discurso poco elaborado con tintes de la antes citada derecha alternativa, la ‘Alt-Right’, que aglutina a lo peor de cada casa pero que se muestra receptiva contra los que aborrecen lo políticamente correcto de los tiempos actuales.
Aquí entran en juego tipos como Stephen Bannon o Alex Jones y la construcción del universo mediático que apoya al presidente de los Estados Unidos. Descubrir medios como Breitbart News o Infowars es descubrir una parte del infierno en el que no importa la objetividad, la verdad o la honestidad periodística. Con Barack Obama en la presidencia, el Tea Party y Fox News parecían insuperables. Pues hemos superado las líneas rojas de la posverdad, las fake news y los hechos alternativos.
A pesar de que se insista que Trump tiene un perfil compulsivo, su «maquinaria de guerra» es una orquesta. Tiene buenas armas con las que jugar. Por ejemplo, inteligencia artificial para llegar a sus votantes de la mano de Cambridge Analytica, una estrategia agresiva en las redes sociales, juegos de cartas marcadas gracias a un Rasputín moderno como es Roger Stone, uno de los asesores políticos más controvertidos, ya presente en las filas republicanas en tiempos de Ronald Reagan. Y unos medios de comunicación que acuden a él como moscas a un panal de miel.
el papel de los medios de comunicación
Analizar la propaganda política en tiempos del presidente estadounidense más controvertido también es llegar al detalle sobre los medios de comunicación y su papel en los últimos años. Podemos continuar siendo optimistas en la confianza con la mayoría de los medios de comunicación pero la lucha contra las noticias falsas también es la lucha contra un tipo de periodismo político de declaraciones en el que Trump es un maestro. Los medios de comunicación siguen viviendo en tiempos de recesión y replanteamiento pero es interesante comprobar que el apocalipsis que supuso para muchos la victoria del republicano en noviembre de 2017 ha servido para movilizar al periodismo y potenciar las grandes cabeceras estadounidenses. Medios como New York Times o Washington Post se han convertido en los buques insignia a los que se suman cada vez más suscriptores.
No obstante, aviso para navegantes, ni Trump puede ser un modelo de negocio sostenible a largo plazo, ni el modelo de los ‘legacy’ estadounidenses puede ser exportable al completo a nivel global. Debemos dejar de jugar a ser los periódicos dirigidos por Dean Baquet y Marty Baron. Hay vida más allá, con las nuevas narrativas, formatos audiovisuales, el big data, el fact-checking, periodismo de investigación y otras hierbas.
el infierno se llama Trump Communication Machine
Los periodistas tenemos grandes retos en los próximos años. De nosotros, de cada uno de nosotros, depende que la profesión se tuerza o que salga revitalizada. Pero lo cierto es que no podemos caer en el maniqueísmo de pensar que cualquier tiempo pretérito fue más feliz. Ni esos tiempos fueron tan felices, ni vivíamos resguardados de la mentira. ¿O no os acordáis del hundimiento del Maine en Cuba o de las armas de destrucción masiva en Irak?
‘La comunicación en la era Trump’ aparece en las librerías tras un año del magnate en la Casa Blanca. Más de 365 días después hay que racionalizar lo que significa Trump, huyendo de los análisis fáciles sobre inestabilidad psicológica del personaje o del supuesto infantilismo de los votantes estadounidenses. Tras muchas horas leyendo y escribiendo sobre él, no he sucumbido al Síndrome de Estocolmo. No obstante, dejadme que os haga de acompañante por este infierno que se llama Trump Communication Machine. Dejadme que os haga de Dante en ‘La comunicación en la era Trump’. Y es que… vine a hablar de mi libro.