En Dinamarca no conocen los ruedines. Con dos o tres años, los niños ya entrenan el equilibrio y la velocidad sobre las dos ruedas. Pronto no entenderán su vida sin la libertad que les da la bicicleta. Este medio de transporte está muy arraigado en la cultura y la organización de un país que compite con Holanda por ser la capital global de la bici (y por tener el territorio más plano del mundo). Pero no siempre ha sido así.
La bicicleta estuvo a punto de perder la batalla frente al coche también en este pequeño estado nórdico. Hubo manifestaciones a favor y en contra. También allí, como en el resto del mundo, había grupos de presión que esgrimían el derecho a ir en coche a cualquier punto. Hoy, nueve de cada diez daneses tiene una bici y la usa para recorrer, de media, 1,6 kilómetros al día. Esta es su historia; una no tan distinta de la nuestra.
Un inicio prometedor
La historia de la bicicleta es similar en toda Europa. Tras unas décadas de invenciones en la primera mitad del siglo XIX, su uso se popularizó en el Viejo Continente a partir de 1850. El desarrollo de la primera bicicleta a pedales se atribuye al escocés Kirkpatrick Macmillan, en 1839. En España, la historia dice que fue el oscense Mariano Catalán quien construyó la primera bici dentro de nuestras fronteras, inspirado por las ideas y bocetos que le habían llegado de la Exposición Universal de París de 1867.
Durante aquellos años, la bicicleta llegó también a Dinamarca. “En 1890, había aproximadamente 3.000 bicicletas en Copenhague. En 1900, el número había aumentado por encima de las 30.000. Siete años más tarde, había 80.000, y en 1934 había ya aproximadamente 400.000 bicicletas [solo en la capital]”, explican desde la Cycling Embassy of Denmark, una organización pública y privada que busca impulsar la bicicleta como solución de movilidad. Prácticamente, un lobby de la bici que actúa en toda Europa.
En los años 30 y 40, la bicicleta dominaba el paisaje urbano, no solo en Dinamarca, sino en toda Europa. En España, mediada la década de los 50, había más de un millón y medio de bicicletas (registradas) en circulación. Y menos de 150.000 coches matriculados. Los datos históricos del Instituto Nacional de Estadística (INE) son la fotografía de una sociedad que estaba a punto de cambiar. Tras una primera mitad de siglo revuelta de crisis y conflictos, la economía empezaba a prosperar. Con ella, el coche irrumpió en nuestras ciudades.
Las crisis que lo cambiaron todo
Los daneses usan la bici para ir al trabajo o salir de fiesta. Llueva, nieve o haga un sol de justicia (sí, allí también). Las ciudades están llenas de carriles bici y calles peatonales y las carreteras interurbanas tienen un espacio reservado para los pedales. Pero no siempre ha sido así. En los 50 y en los 60, los vehículos a motor se convirtieron también en la opción de movilidad preferida de los daneses.
En 1962, un experimento local sentó las bases del cambio. Ante la congestión y la contaminación del centro de Copenhague, Strøget, una calle comercial que cruza el casco histórico de este a oeste, fue cerrada al tráfico a motor. Fue solo un experimento puntual, pero la reacción de una parte de la ciudad fue virulenta. Hubo manifestaciones al grito (un tanto incomprensible) de “¡No somos italianos! ¡No queremos caminar!”. Los dueños de los negocios auguraban pérdidas millonarias. Tras dos años de pruebas, la calle había doblado su actividad. A finales de 1964, una amplia mayoría votó por la peatonalización completa de la calle.
Entre 1982 y 2001, todos los presupuestos asignaron fondos para la construcción de carriles bici
En los 70, la historia puso de su parte. La crisis del petróleo de 1973 tuvo un fuerte impacto en Dinamarca. Se prohibió la circulación de coches los domingos para ahorrar gasolina. Incluso se apagaron los semáforos de las ciudades para no gastar energía. Las manifestaciones volvieron a tomar la ciudad, pero esta vez en contra del coche. Como cuenta Sarah Goodyear en ‘Citylab’, una publicación de ‘The Atlantic’ centrada en el desarrollo de las ciudades, una multitud de daneses reclamó su derecho a moverse de forma segura en bicicleta (aquí se puede ver una manifestación en la plaza del Ayuntamiento de Copenhague).
En 1979, nueva crisis del petróleo y nuevas manifestaciones. Los defensores de la bicicleta empezaron a pintar cruces blancas allí donde algún ciclista había muerto víctima de un atropello (aquí, una imagen). La presión creció y el Gobierno y las ciudades empezaron a construir carriles bici y a apoyar el uso de la bicicleta. Entre 1982 y 2001, todos los presupuestos asignaron fondos para la construcción de carriles bici, según la Cycling Embassy of Denmark.
“Con el tiempo, la preocupación por la contaminación del aire, el cambio climático y la necesidad de que las personas hagan suficiente ejercicio ha impulsado definitivamente el uso de las bicicletas. Además, los altos impuestos de Dinamarca sobre la gasolina y los automóviles son un factor a tener en cuenta”, explican en la web oficial del país nórdico. La geografía (el punto más alto de Dinamarca está a 170,86 metros de altitud) también ayuda.
Autovías para bicis y otros datos
La bicicleta es, a día de hoy, una parte inseparable de la cultura y el paisaje danés. Más de 12.000 kilómetros de carriles y pistas para bicis recorren el país (400 kilómetros solo en la capital). Su uso ha aumentado tanto que en los últimos años han proliferado las supercykelstier o autovías para bicis. Estas vías de comunicación conectan las zonas residenciales con las áreas de trabajo y estudio de las ciudades danesas. En ellas, la prioridad es el ciclista, intentando garantizar el menor número posible de paradas para agilizar el movimiento. Están equipadas con semáforos y bombas de aire para hinchar las ruedas.
Hoy, en Copenhague hay 560.000 bicis, más que habitantes. Pero el país no se conforma con los números actuales. Según un estudio elaborado este verano, el objetivo es aumentar en un 10% el tiempo que cada danés usa la bicicleta. El informe asegura que la congestión en las ciudades caería un 6%, los daneses pasarían enfermos 267.000 días al año. Y la sanidad pública se ahorraría casi 150 millones de euros al año.
Lo cierto es que el uso de la bicicleta ha ganado peso en la última década en muchos sitios que no son Dinamarca. La crisis económica, las preocupaciones medioambientales y los hábitos saludables parecen haber provocado un cambio de chip. Las ciudades y sus habitantes apuestan cada vez más por moverse a pedales.
En España, hay 30 millones de bicicletas (las mismas que coches matriculados). Casi 19 millones de personas la usan con cierta frecuencia y algo menos de nueve millones lo hacen al menos una vez a la semana. Según el Barómetro de la Bicicleta en España, elaborado por la Red de Ciudades por la Bicicleta y la DGT, nuestro país ha ganado 3,5 millones de ciclistas entre 2008 y 2017. Y cada vez es más habitual ver niños usando bicis sin ruedines.
En Nobbot | Bicicletas del futuro para un pedaleo más cómodo y seguro
Imágenes | Visit Copenhagen, Supercykelstier, Cyklistforbundet/Mikkel Østergaard
Hola, saludos!
«Pronto no entenderán su vida sin la libertad que les da la bicicleta.»
Gran artículo, muy completo !
Luego de ver la serie Borgen en Netflix
Me dediqué a indagar..
Soy ciclista amateur,amo la bicicleta me muevo siempre en ella.
Mi país uruguay tiene 3millones de habitantes.
País con una población muy oseosa, promedio de vida 70años.
Saludable hay muy pocos habitantes.
Deportes no todos practican.
Los felicito!!ojalá acá la población siguiera su ejemplo.