Con las cosas de comer no se juega, que decían los abuelos, y en el actual estado de las cosas de Internet, o el Internet de las cosas, comerse una píldora que tenga una cámara para ver cómo funciona nuestro sistema digestivo no es ni una secuela de la película ‘El chip prodigioso’ ni una nueva receta minimalista de un chef tres estrellas Michelín, es una realidad más cercana y ‘comestible’.
En Nobbot ya os hemos hablado de los wearables y de cómo nos ayudan a llevar un estilo de vida saludable, pero los wearables nos son los únicos ‘bles’ de la familia de dispositivos que están apareciendo en nuestras vidas.
Más allá de un uso relativamente cotidiano o por moda, uno de los entornos de mayor crecimiento e investigación de estos dispositivos es el ámbito sanitario, donde su implementación está permitiendo avances en el control y vigilancia médica, ya que pueden ser usados para monitorizar datos del paciente, por ejemplo, el ritmo cardíaco.
Ya en 2014, un informe del equipo de trabajo Connect2Health Task Force, de la Oficina de Asuntos Gubernamentales y del Consumidor de EE UU, señalaba: “es posible que pronto veamos el uso regular de ropa “inteligente” (o aplicaciones de “tatuajes” inteligentes) que usan sensores integrados a la piel para medir datos como el ritmo cardíaco, la respiración y la presión arterial”, y desglosaba estos dispositivos “bles” en tres categorías:
vestibles o wearables
Por un lado, los ya comentados vestibles (wearables), herramientas digitales que se pueden llevar fácilmente puestas en la ropa, en un bolsillo o en la muñeca en forma de relojes o pulseras, y que poseen sensores que transmiten información. En esta definición de ‘wearable’ entrarían también los ‘tatuajes’: parches-sensores que pueden ser retirados de la piel después de su uso o que son absorbidos por el propio cuerpo del paciente. Los sensores recolectan datos mediante el contacto con la piel y transmiten la información de manera inalámbrica al teléfono móvil y/o a sistemas de diagnóstico en remoto, pudiendo analizar parámetros como los niveles de glucosa en sangre, la sudoración, la intensidad de trabajo de los músculos del cuerpo, etc.
Incrustables o Embeddables
Por otro lado estarían los incrustables (embeddables), aparatos en miniatura que se insertan en la piel o en algún área interna del cuerpo y cuyo típico ejemplo sería el de un marcapasos. Según este informe, el futuro de estos dispositivos incrustables pasa por usar nanotecnología y serán tan diminutos que los médicos los podrán inyectar en los cuerpos de sus pacientes (volvemos a ‘El chip prodigioso’). Un ejemplo de aplicación prometedora para este tipo de dispositivos: ayudar a las personas diabéticas a vigilar sus niveles de azúcar, sin la necesidad de pincharse los dedos u obtener muestras de sangre diariamente.
Ingeribles o ingestables
Y de otra parte están los ingeribles (ingestibles), definidos en el citado informe como “las herramientas digitales posibilitadas por la banda ancha y que podemos ingerir”.
En este grupo se encuentran las cápsulas ‘inteligentes’ que pueden ayudar a vigilar las reacciones a los tratamientos en el cuerpo del paciente, rastreando los niveles de medicamento en la sangre durante el día, lo que posibilita determinar las dosis adecuadas en cada caso y ajustar el tratamiento. Una de esas cápsulas o píldoras es el sensor ingerible Proteus Digital Health. La píldora contiene un microchip que se activa al contacto con los jugos digestivos (genera un pequeño voltaje), enviando una señal a un parche adhesivo que se coloca en el torso y que comparte la información con el usuario y con el médico en la plataforma web, pudiéndola recibir directamente en su teléfono móvil, lo que permite un control exhaustivo sobre la toma de los medicamentos.
También existen cámaras de vídeo en miniatura que al ser ingeridas en una cápsula pueden reemplazar, en muchos casos, a pruebas más invasivas como las colonoscopias o endoscopias. Los pacientes simplemente tienen que tragar la cápsula y esta va capturando y transmitiendo imágenes a medida que avanza por el sistema digestivo. Este es el funcionamiento de la PillCam COLON, una pequeña cápsula cuyo objetivo es la visualización de la mucosa del colon y que está pensada para los casos en los que no se pueda o no sea recomendable realizar una colonoscopia completa. La cámara toma imágenes durante su recorrido enviando la señal a una serie de sensores que se colocan previamente en el abdomen o en un cinturón alrededor de la cintura, en el que también hay una pequeña grabadora que recoge los datos. La cápsula es desechable y no es necesario recuperarla para recopilar las imágenes del procedimiento, eliminándose naturalmente, por lo general, dentro de las 24 horas siguientes sin presentar molestias.
Con el desarrollo de este tipo de dispositivos ingeribles se está conformando un nuevo escenario en el entramado tecnológico-sanitario, un escenario de cosas pequeñas cuyo crecimiento, en cambio, parece no ser de tamaño reducido, de hecho, se estima que en 2020 el mercado de las píldoras-cámara focalizado en el entorno médico pueda mover más de 3.000 millones de dólares.
La imagen que encabeza este texto ha sido tomada de la página de Linkedin de Proteus Digital Tech.