Cada día miles de personas visitan el ‘Monumento a los judíos asesinados en Europa’, inaugurado en 2005 en Berlín, y su recorrido está incluido en todas las guías turísticas como una de las actividades más interesantes para realizar en la capital alemana. El objetivo de sus creadores, el arquitecto Peter Eisenman y el ingeniero Buro Happoldel, era diseñar un lugar apropiado para comprender la soledad, la agonía y la desesperación que vivieron los judíos en los campos de exterminio nazi. Para salvaguardar este fin reflexivo, dos guardias vigilan que se cumplan unas normas de respeto básicas como no gritar o correr entre los bloques de hormigón que rememoran el genocidio así como no subirse a estas estructuras.
Sin embargo, numerosos turistas no mantienen un comportamiento acorde a la solemnidad de estos pasillos que recuerdan a los seis millones de víctimas. De hecho, muchos visitantes prefieren tomarse ‘selfies’ haciendo el pino, sonriendo o saltando en el Memorial del Holocausto de Berlín. Ocurre lo mismo en numerosos monumentos dedicados a otros grandes horrores de nuestra historia como el memorial que se construyó a las víctimas de los atentados del 11S en el World Trade Center o en Auschwitz, el campo de concentración en el que perdieron la vida más de un millón de personas.
SELFIES EN MONUMENTOS dedicados a VÍCTIMAS
Estos lugares y homenajes artísticos no tienen una función estética, invitan a la memoria colectiva, a la reflexión y al recuerdo de las víctimas. Aunque está función se difumina cuando los visitantes sacan sus móviles y comienzan a hacerse fotografías sonriendo o saltando que después inundarán las redes sociales con hashtags y emoticonos poco apropiados, tal como hizo un joven influencer que escogió Auschwitz para una sesión de fotos o la norteamericana Breanna Mitchell al publicar una fotografía en el mismo campo de concentración con una sonrisa de oreja a oreja que dio la vuelta al mundo.
Ante este panorama generalizado y la oleada de ‘selfies’ de personas haciendo malabares, poses artísticas o posiciones de yoga en el monumento a los judíos de Europa asesinados de Berlín, el artista Shahak Shapira, un cómico y escritor israelí, consideró oportuno sustituir el memorial por los campos de exterminio como fondo de estas polémicas fotografías. El resultado se convirtió en su nuevo proyecto ‘Yolocaust’, que para algunos resulta macabro y para muchos invita a la reflexión.
UN PROYECTO ¿REFLEXIVO O MACABRO?
Shapira buceó en las redes sociales más populares como Twitter, Instagram o Facebook, y otras de contacto como Tinder y Grindr en busca de ‘selfies’ inapropiados en el memorial. Después, sustituyó el fondo de las imágenes por instantáneas de campos de concentración nazi. Tal como observamos en las fotografías, los visitantes aparecen sonriendo pero rodeados de cadáveres.
El artista defiende que el comportamiento de algunas personas en monumento es »realmente irrespetuoso». Por tanto, su objetivo »no es tanto establecer qué se puede hacer y qué no en el memorial, sino llamar la atención sobre estas formas de actuar».
Apenas una semana después de la presentación de ‘Yolocaust’, que ha tenido un gran impacto en redes sociales y en medios de comunicación internacionales pero también ha recibido la crítica de aquellos que consideran que nadie debe decir a los demás si debe llorar o sonreír, ocho de las 12 fotografías fueron eliminadas de la página web a petición de los retratados.
No obstante, Shahak Shapira asegura que no pretende juzgar a los protagonistas de los ‘selfies’, sino invitarles a reflexionar. El artista, además, publicó una dirección de correo electrónico para que los retratados contacten con él si no quieren seguir apareciendo en la plataforma del proyecto.
Yolocaust cierra tras lograr su objetivo
La página web fue visitada por más de 2,5 millones de personas en una semana. »Lo loco es que el proyecto llegó a oídos de los retratados. Casi todos ellos entendieron el mensaje, se disculparon y decidieron eliminar sus ‘selfies’ de sus perfiles personales de Facebook e Instagram. Aparte de eso también recibí mensajes de investigadores, de gente que solía trabajar en el monumento y de personas que perdieron a sus familiares durante el Holocausto. También me escribieron maestros que querían usar el proyecto para dar lecciones a sus alumnos», ha escrito Shapira en el site de Yolocaust.
Pero la respuesta más interesante, según el artista, la ha enviado uno de los protagonistas del proyecto, que tituló su selfie »Saltando sobre judíos muertos». Al ver el montaje de Shapira escribió el siguiente mensaje: »Soy el tío que le inspiró a hacer Yolocaust. No fue mi intención ofender a nadie. La foto era una broma para mis amigos. Ellos me conocen y saben que hago chistes de ese tipo, estúpidos y satíricos. Repito que no era mi intención, lo siento».
Shahak ha conseguido el objetivo que se había propuesto y, por tanto, da su proyecto por finalizado. De hecho, ya no está disponible en la página web, donde ahora solo se puede leer esta explicación.
Fotografías: Yolocaust