Siempre ha habido futorólogos y visionarios que en un determinado momento han intentado predecir el devenir la Humanidad. Julio Verne, H. G. Wells, Mary Shelley, Aldous Huxley, Ray Bradbury o Isaac Asimov recurrieron a la literatura para adelantarnos mundos inquietantes y sugerentes dominados por la tecnología. El último visionario se llama Yuval Noah Harari y es un atildado y tímido profesor universitario en Jerusalén.
Pero Harari no ha escrito una sugerente historia de ciencia-ficción con replicantes y robots que se adueñan de la Tierra en un tiempo sin determinar, sino que nos describe, con abundante información y razonamientos creíbles, el mundo que tenemos a la vuelta de la esquina.
Harari saltó a la fama hace un par de años con ‘Sapiens. De animales a dioses’, un libro en el que propone una provocadora historia de la Humanidad donde el factor decisivo para el triunfo de la especie no ha sido su mayor tamaño craneal o incluso su superioridad técnica, sino su capacidad para contar historias y creérselas. ‘Sapiens’ convenció a millones de lectores de más de 30 lenguas y fue fenómeno editorial en toda regla, sobre todo porque se trataba de un libro de historia con mucho de antropología, y no de una novela negra o un volumen de autoayuda, géneros siempre con más papeletas para estar en la lista de bestsellers.
Hacia dónde va la humanidad
Después del exitazo de ‘Sapiens’, Harari ha vuelto a sorprender con un libro que se lee con creciente interés y que, en vez de mirar hacia atrás para ver de dónde venimos, centra su atención en el futuro para intentar ver hacia dónde vamos.
Se trata de ‘Homo Deus’, un volumen de casi 500 páginas, muy bien documentado y escrito con rigor y desparpajo, que dibuja un panorama bastante oscuro y que, al contrario de las fábulas futuristas de la ciencia-ficción, no nos habla de un mundo lejano y pintoresco, sino que, vistos los desarrollos recientes de la genética o la inteligencia artificial, es un escenario que está aquí para quedarse. Y eso, precisamente, es lo que lo hace más inquietante.
Harari pone en cuestión los pilares del mundo tal y como lo conocemos en los últimos 200 años al recordarnos que las últimas investigaciones y el auge de la genómica y la inteligencia artificial ponen en entredicho el libre albedrío y la verdad compartida de que como seres humanos solemos tomar decisiones coherentes. El individuo es una ficción, o más bien una “fantasía religiosa”, y en realidad somos “una asamblea de algoritmos bioquímicos”, nos dice el historiador.
En otras palabras, eso de que somos un individuo es un cuento chino como el de los medievales que pensaban que Dios y el cielo eran el sentido de su vida. La tesis de Harari es, pues, un duro revés para una institución como la democracia o un sistema político como el liberalismo, que han dominado la escena en los últimos siglos y que están asentados en la sacrosanta autonomía personal.
El dataismo es la nueva religión
Harari avanza así el mundo posliberal y tecnohumanista. La tecnología, que en el pasado venció las pandemias y acabó con las hambrunas, nos traerá en este siglo paz, felicidad y vida eterna. Pero, eso sí, al precio de jubilar al ser humano tal como lo conocemos. Si en ‘Sapiens’, el progreso histórico estaba marcado por la habilidad del hombre para crear ficciones, a partir de ahora la clave del progreso estará en la capacidad para procesar información.
Y llegados a este punto, el dataísmo es la nueva religión. Harari piensa que con suficiente información biométrica de alguien y el necesario poder de computación, un algoritmo podrá entendernos mejor que nosotros mismos. Hoy el algoritmo de Amazon nos propone los libros que nos gustan y el sistema de navegación del coche elige el camino a casa, pero en el futuro también usaremos algoritmos para buscar universidad o incluso para elegir el partido por el que votaremos.
Además, la pérdida de privacidad no frenará el poder de las fórmulas matemáticas. Los algoritmos nos facilitan la vida y seguirán haciéndolo, aunque ello suponga dar a conocer a extraños todas nuestras intimidades.
De robots y humanos inmortales
Harari se suma al coro de los que dicen que los robots dejarán sin trabajo a buena parte de nosotros. Los taxistas desaparecerán según vaya avanzando el coche autónomo. Pero no serán los únicos. Los médicos también lo tendrán difícil cuando un doctor Google conectado a nuestro cuerpo sea capaz de adelantarse a un resfriado o incluso predecir enfermedades como el cáncer o el Alzheimer. Por no hablar de los traductores de idiomas. No habrá pues necesidad de invertir en educación y sanidad para todos porque se no se va a necesitar a tanta gente, con lo que los modernos sistemas de bienestar también podrían estar en peligro. “Los algoritmos no van a la huelga”, recuerda el autor de ‘Homo Deus’.
Harari también cree que, si no lo remediamos, saltará por los aires otro principio vertebrador de la sociedad de los últimos siglos: el de la igualdad. El pensador israelí adelanta que habrá una élite genética y tecnológicamente superior que se podrá pagar los avances que vayan saliendo. Ya lo empezamos a ver con casos como el de Angelina Jolie, que sabedora del alto riesgo de tener cáncer se extirpó los pechos y posteriormente los ovarios. Además, Harari predice que va a seguir aumentando el poder de las multinacionales que guardan nuestros datos de todo tipo, incluidos de los de salud.
El pensador israelí aventura asimismo que en este siglo el hombre podría vencer a la muerte, una cuestión que para él es más un problema técnico que metafísico. La bioingeniería acelerará el camino de una nueva especie. “Se va a reescribir el código genético, se reconectarán circuitos cerebrales y se alterará el equilibrio bioquímico”, anuncia en un momento de ‘Homo Deus’. La ciencia nos llevará a la inmortalidad. Eso sí, a cambio el hombre dejará de tener poder de decisión y abandonará el papel protagonista que siempre tuvo. Es el mundo posible (e inquietante) que nos propone Yuval Noah Harari, el pensador de moda.
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